La Promesa

Son las cinco de la tarde…
En un pequeño pueblo de Francia,
La gente disgustada por un aumento
Enfurecidos están, que se comen al mundo van…
Muy cerca está la plaza principal…
Donde muchas palomas se posan para modelar…
Por donde quiera que veas ellas están...
Los niños corretean para hacerlas volar…
Lejos de ese lugar, aunque sin duda ellas volverán...
Los ancianos sentados les dan de comer,
Pan en trozos chiquitos le lanzan para que puedan degustar...

Al lado de aquella estatua que nadie
Recuerda en homenaje a quien es…
Se para un anciano, con un saco roto
Remendado por donde quier
Una ayuda que lo cubra del frio del invierno…
Que se acerca sin pudor alguno.
Su gorro marrón oscuro y sus zapatos negros también rotos
Los pantalones más arriban del ombligo,
El algo jorobado ya por la edad...
Moja sus labios ya secos con su lengua...
Luego le sonríe a la gente que lo ignora al pasar
Se inclina educadamente para saludar,
Nadie sin duda ha notado su presencia allí.

Reza un ave maría en silencio…
Mientras saca de un cajón instrumental,
Un violín algo viejo pero en perfectas condiciones…
Coloca el cajón abierto en el suelo
Al lado una flor roja algo seca por culpa del tiempo…
Mira a los lados nadie le ha de prestar atención...
Mira al suelo moviendo sus labios algo apenado por la situación…
Respira profundamente cuatro veces mientras coloca
El viejo instrumento en su cuello…
Comienza a tocar suavemente,
Una música que se cuela por los arboles…
Que hace la brisa más fuerte…
Que hace el ambiente algo irreal…
Un lugar lleno de fantasía.

Las notas vuelvan por toda la plaza,
Atravesando cada vez más las afueras del pueblo…
La gente al mirar murmullan volvió el loco viejo a tocar…
Cada miércoles se para en el mismo lugar,
A tocar la misma música escandalosa…
El se mueve como puede al ritmo de la música…
Mientras otro anciano murmulla que está allí por ella…
Aquella mujer que él siempre amo…
Pero por cuestiones de la vida dios se la llevo.

Era el verano de hace unos treinta años…
El tocaba todos los días en la misma plaza…
Mucho más joven con entusiasmo tocaba sin parar…
Aunque la gente le pasaba por el lado sin parpadear…
Solo una bella mujer se sentó para escuchar cada melodía.
El al verla sorprendido dio lo mejor de sí…
Tanto así que una de sus cuerdas se rompió.
El apenado se sentó y ella le regalo
Una rosa que llevaba en su cabello…
Cupido hizo lo suyo desde aquel momento.
Se sentaban en la plaza,
pero los miércoles siempre llovía sin parar
Ellos veían las gotas del cielo caer sobre el tejado…
Acariciando las paredes de su humilde hogar…
Cuando ella partió lejos de este mundo,
Le entrego… una cajita musical…
Le pidió que tocara cada miércoles
Que aunque la gente no prestara atención
Su alma siempre se sentaría en aquella plaza…

Desde aquel día… cada miércoles…
El se para a tocar
Ya con 90 años continúa llenando la plaza de melodía.
Antes de terminar… una lagrima rueda por su mejilla…
Al terminar…
una niña asombrada le coloca una moneda en su cajón
Tiene hoy dos admiradoras…
Una que siempre estará y una que sabe apreciar el amor
Más allá de nuestros ojos.
Cada noche… antes de dormir…
Vuelve a rezar un ave maría…
Abre su cajita musical para dormir,
Con la melodía de aquel amor...
Un amor eterno… un amor sincero
Un amor que cruza fronteras…
Para juntos poder estar...
Solo es cuestión de mirar más allá.

Ya los miércoles no cae una gota mas...
Se dicen que la música impide arruinar el hermoso día…
Cada miércoles el ignorado esta
Por gente que no ve más allá
Pero... es aplaudido por su amor que siempre estará...