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“Son muchas las palabras que se plasman en papel, son miles de personas que no saben crear en sus mentes lo que escrito se encuentra, son pocas las almas que saben apreciar el verdadero arte de imaginar… para aquellos que no saben soñar les dedico mis escritos llenos de nada… para aquellos que saben ir más allá tan solo les dedico una palabra llena de todo”

7/6/09

Triste Espera...




Sentado en el piano
Tú sombra en la ventana…
Con una rosa en tus manos… ya marchita
De la larga espera... esperando si podría volver.
La brisa acariciando los arboles,
El otoño matando sus hojas…
El sol y la luna trabajando su mismo horario
Todo aparenta ser igual...

Del piano suena las rotas partituras.
De tu reflejo en el vidrio
Que cuando la lluvia cae
Se confunden con tus lágrimas recorriendo tu mejilla...
Las cortinas son las mismas…
Adentro las hojas del calendario no cambian,
Mientras que el tiempo allí afuera se cumplen…
La alfombra continua en la entrada…
Los niños van creciendo sin ganas de parar…

Algunas hojas de arboles han entrado a la casa,
Mientras continúas en la espera de ver llegar…
Lo que el viento se ha llevado sin explicación ni motivación…
Con tu vestido blanco del cumpleaños de hace cuatro años,
Ya manchado y envejecido por el paso del tiempo...
Tus piernas siguen como tronco de árbol en frente de la ventana…
Tu cabello del amarillo del sol, paso a ser gris
Como las nubes tristes que cubren las estrellas en cada noche.

Suavemente se logra escuchar lo que el viento trata de exclamar,
La rosa ya marchita en tus manos esta…
Tan solo en tu mente recorre él cuando volverá,
Ese ser que alguna vez corrió por todo tu hogar…
El crucifijo juzgado en la pared de tus acusaciones…
Por el rompimiento de la fe
Y la esperanza vacía dentro de tu ser.

El suelo cubierto de varios otoños pasar
En las calles ves personas caminar…
Tus ojos son espejos de tu realidad…
Fuera de ellos, se secan
Mientras adentro un maremoto de dolor
Donde es tu alma que logra sufrir
Preguntando a diario el por qué a ti...

Logro tocar un piano, para que sientas que estoy aquí…
Tan cerca pero lejos de ti...
Nunca me quise alejar de este lugar
Por el cual como sea permanezco aquí,
En tu mente y en realidad de sentir.
El tiempo juzga al cuerpo humano
Sentenciando y llevándolo a su hora de partir,
A todos nos llega nuestra hora…
A veces dios nos lleva por su propia decisión,
En la tierra otros nos arrastran sin decisión del señor…

Sentado delante del piano me encuentro
Donde pasa una fina brisa acariciando tu cabello…
Le regalas un último respiro al vidrio de la ventana,
Que durante todo este tiempo fue tu espejo...
Cierras tus pupilas y al abrirlas volteas hacia atrás
Logras verme después de tanta espera,
En susurro con el viento te digo que todo este tiempo no me aleje
Pude sentir tu dolor y tu rabia al no poderte abrazar
Qué triste fue todo este tiempo la espera
Para encontrarnos en un plano espiritual…
Que dura segundos sin podernos ni siquiera tocar…
Si no tan solo escuchar las partituras rotas del piano
Que fueron un alivio durante estos años…
Donde sin querer estuve desaparecido
Y muy cerca de ti...

3 comentarios:

  1. mariela rodriguez7 de junio de 2009, 16:51

    en mis 66 años veo que tus letras son increibles tu eres un ser increible tienes la facultad de que tus escritos se sientan en el espiritu algo que muchos escritores no logran hacer, eres alguien fuera de este planeta sin duda alguna lograste que en mi saliera una lagrima con total sentimiento y el sentirme que sigo viva, desde muy lejos envidio a todas aquellas personas que se sientan contigo a charlar, sin duda debe de ser algo magistral escucharte, sin mas que decir que dios te bendiga por siempre alexander duran

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  2. Hola Alejandro, pasé por accidente por tu blog y me ha gustado leerte, prometo regresar pronto. Felices fiestas dicembrinas.

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  3. ¿Qué ves, enfermera, qué ves?

    Este poema fué escrito por una mujer que murió en un geriátrico de Escocia.
    El personal lo encontró entre sus pertenencias y se impresionó tanto que hicieron copias y lo difundieron dentro y fuera del recinto.
    Luego fué recogido por Ronald Dahlsten (Aún vive una jovencita)

    Qué es lo que piensas cuando me miras?
    una vieja malhumorada, no muy lista,
    de hábitos inciertos y ojos distantes?

    Que vierte la comida y no responde
    cuando le dices en voz alta: "¡Inténtalo!"?

    Que parece no darse cuenta de lo que tú haces,
    y siempre pierde una media o un zapato?

    Que, resistiéndose o no, te deja hacer lo que quieres:
    ocupar el largo día con comidas y baños?

    Es eso lo que piensas?, es eso lo que ves?
    Abre los ojos enfermera, mírame !!!

    Te diré quién soy mientras me quedo aquí quieta.
    Mientras me muevo cuando me lo mandas,
    como según tu voluntad...

    Soy una niña de diez años, con un padre y una madre,
    hermanos y hermanas que se quieren.
    Una chica de dieciséis con alas en los pies,
    soñando que pronto conocerá a su amor.
    Una novia de veinte, el corazón me da un vuelco
    al recordar los votos que prometí cumplir.
    A los veinticinco tengo mis propios hijos
    que me necesitan para vivir en un hogar seguro y feliz.
    Una mujer de treinta, mis hijos crecen deprisa,
    unidos por vínculos duraderos.
    A los cuarenta, mis hijos han crecido y se han ido,
    pero mi hombre está conmigo para que no me aflija.
    A los cincuenta, otros bebés juegan sobre mis rodillas;
    los míos y yo volvemos a ver niños.

    Llegan días de dolor; mi marido está muerto.
    Miro al futuro, me estremezco de miedo.

    Todos mis hijos están criando a los suyos,
    y pienso en los años y en el amor que he conocido.

    Ahora soy una vieja y la naturaleza es cruel;
    se complace en hacer que la vejez parezca locura.

    El cuerpo se marchita, la gracia y el vigor se van;
    hay una piedra allí donde había un corazón.

    Pero dentro de este pellejo aún vive una joven,
    y, de nuevo, mi corazón amargado se hincha.

    Recuerdo los gozos, recuerdo el dolor,
    y amo y vivo la vida una vez más.
    Pienso en los años, pocos y efímeros,
    y acepto la cruda realidad de que nada es eterno.

    Así pues, abre los ojos, enfermera,
    ábrelos y ve no una vieja malhumorada;
    fíjate bien y mira quién soy.

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